Los padres o cuidadores principales del bebé y del niño/a son el espejo dónde ellos se miran, y a través del reflejo que les llegue así van a construir y organizar su cerebro y su mente, o por el contrario desorganizar o atrofiar en los casos más graves su cerebro o su mente.
Por eso son tan esenciales e importantes los buenos tratos en la infancia. Si queremos adultos sanos que no se hagan daño a sí mismos ni a los demás, debemos cuidar a nuestros más pequeños y responsabilizarnos de la crianza y los tratos que les ofrecemos, sobretodo en sus primeros años de vida. Para ello, lo más importante es que el adulto que esté a su cargo posea unas capacidades marentales y parentales básicas, tales como la empatía y el apego, que en interacción se denomina: mentalización.
La empatía es la capacidad de saber lo que el otro piensa y sentir lo que el otro siente. La capacidad de salirte de ti y entrar en el mundo del otro. Y el apego es la capacidad para vincularte al otro, para crear y mantener un vínculo de seguridad, confianza y afectivo con el otro.
Estas capacidades marentales o parentales van a estar influenciadas por un lado, por el trato que ese cuidador o cuidadora recibió en su propia infancia. La cuna de la empatía se construye en los primeros años de vida, y dependiendo de cómo se sintió sentido y comprendido ese bebé así podrá sentir y comprender al otro. También estas capacidades van a estar mediadas por las experiencias, relaciones y contextos diversos que haya estado expuesto y haya vivenciado esa persona a lo largo de su vida. Y por otro lado, la realización de un trabajo personal de llevar a la consciencia lo que le hizo daño, poner nombre al dolor y reparar las heridas emocionales derivadas de las experiencias dolorosas también van a influenciar a estas capacidades.
Por último, haciendo alusión al vídeo de la portada del post, explicaré que para que el bebé o el niño/a internalice a su cuidador/a como un lugar seguro, esta figura de apego debe ser:
- REFLEXIVA: entender y conceptualizar lo que siente el niñ@ en cada situación. Es decir, saber interpretar de manera acertada las conductas del niñ@. Esta capacidad tiene mucho que ver con el término que plantea Peter Fonagy: La capacidad reflexiva. Esta capacidad significa que el adulto a cargo del niño/a se puede salir de sí mismo/a y entrar en el mundo emocional de su hijo/a, no solamente viendo lo que hace sino qué motiva y qué necesidades hay detrás de lo que el bebé o el niño/a hace. Esta capacidad es necesaria para comprender las conductas negativas de nuestros hijos/as por ejemplo, las rabietas, los llantos, las demandas, las quejas, las mentiras, las agresiones, etc.
- SENSIBLE: capacidad de interpretar adecuadamente las diferentes señales del niño/a. Es decir, acertar y atinar con lo que nuestro hijo o hija nos está demandando. Si llora porque tiene sueño saber que llorar porque tiene sueño y no porque tiene hambre por ejemplo. Es esencial sintonizar con sus estados emocionales y necesidades e interpretar estos estados y estas señales ajustándose a la experiencia vivencial del bebé o del niño/a, sin imponer lo que al adulto le gustaría interpretar o lo que el adulto cree desde su propia experiencia. Por ello hay que ponerse en la experiencia de nuestros hijos, para desde ahí comprender su mundo y lo que nos quieren decir.
- RESPONSIVA: Responder de forma adecuada, efectiva y pronta a las necesidades. Es decir, no demorar en responder a sus demandas o para calmar sus estados emocionales negativos. A medida que van creciendo y que se va desarrollando el lenguaje y la comprensión, también es positivo en ciertas ocasiones que entiendan que no siempre vas a poder responder a sus necesidades o a sus demandas de manera inmediata. Pero esto es bueno que pase cuando el adulto le pueda dar el mensaje que no es que no importe lo que quieren decir o demandar, o no es que le esté ignorando, sino que hay otra cosa que tiene que hacer primero o explicarle porqué no se les puede atender. Si no hay una explicación y simplemente no se atiende a sus demandas o necesidades y esto ocurre habitualmente, es posible que empiecen a construir una creencia negativa de sí mismos, como por ejemplo: no soy importante, no soy digno de amor.
También es importante que a la hora de responder a sus necesidades, estados emocionales o demandas lo hagas con una marcación adecuada. Es decir, la marcación es el tono adecuado y la expresión verbal y no verbal adecuada en consonancia con sus demandas. Es recomendable que cuando expresen emociones positivas la marcación sea exagerada, para reforzar ese estado; y cuando expresen emociones negativas es recomendable que la marcación sea atenuada, para calmar las emociones negativas (rabia, tristeza, dolor,...)
- DISPONIBLE: brindar al niño/a la seguridad de su permanencia en cualquier situación donde le requiera. La disponibilidad del cuidador o de los cuidadores principales es esencial para que el bebé o el niño/a internalice un mundo seguro y previsible. Cuando esto no pasa el niño puede sentir mucho descontrol ya que sus conductas de apego no garantizan la disponibilidad del cuidador. Esto hará que tengan que aumentar sus conductas de apego para asegurarse esta disponibilidad, aunque esto no cambiará que el cuidador está más o menos disponible; incluso puede hacer que esté menos disponible si estas conductas del niño son agobiantes para este/a cuidador/a.
La disponibilidad tiene que ser tanto presencial como emocional.
- Validar emocionalmente al niño/a. Es necesario para el sano crecimiento psico-socio-emocional del niño sentirse validado. Sentir que sus experiencias son válidas y que sienta lo que sienta está bien.
BIBLIOGRAFIA
- Material de formación del Diplomado en trauma-terapia Infantil y juvenil del Institut IFIV, Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan.
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