DIFERENCIAR SISTEMA DE CREENCIAS – EMOCIONES
Si os fijáis no utilizo el concepto de CONTROL cuando hablo de emociones. ESTO ES OTRO MITO. Las emociones no se pueden CONTROLAR. Cuánto más quieres controlarlas, más grandes y poderosas se harán, y en consecuencia menos control tendrás sobre ellas. El control sólo te causará un desgaste emocional extra, porque no es la estrategia. La estrategia es ACEPTARLAS. Y es lo más difícil, y es lo más difícil porque no estamos entrenados ni enseñados para ello. Porque tendemos a juzgar todo, partiendo de nuestro mundo interno a nuestro mundo externo. Todo pasa por un filtro cognitivo que selecciona lo que es correcto, lo que no, lo que es bueno, malo, lo que se debe o no se debe pensar/sentir/hacer.
Para poder empezar a ver la diferencia entre control y aceptación es importante que primero de todo:
• Traigas al consciente qué mitos / creencias tienes programados / insertados en tu mente, que consideres que pueden estar interfiriendo a la hora de identificar tus emociones, escucharlas, aceptarlas y gestionarlas de manera saludable.
• Aprender a diferenciar CLARAMENTE una CREENCIA de una EMOCIÓN. Las creencias/mitos/ideas preestablecidas/sistema de valores influyen sobre lo que sentimos, y lo pueden llegar a perturbar de tal modo que podemos pensar que no es correcto/bueno/digno lo que estamos sintiendo.
Nuestras EMOCIONES NO RESPONDEN A NUESTRO SISTEMA DE CREENCIAS. Esto es algo muy importante a tener en cuenta. Ellas no siguen nuestra programación del sistema. Ellas son libres y nos dan información valiosa de qué está pasando en nuestro cuerpo, lo que nos gusta, lo que no, lo que nos hace felices y lo que no, lo que nos motiva y lo que no. Y cuando pretendemos imponer nuestro sistema de creencias, cuando no queremos aceptar lo que nos están diciendo, cuando vamos en contra de ellas, ellas van en contra de nosotros. No se puede ir en contra de la ola porque te ahogarás, pero si nadas con ella, podrás llegar a la otra orilla.
• Cuando ya hayas diferenciado claramente qué emoción estás sintiendo y qué pensamientos se ponen en juego en torno a ella, decide. Valora y decide qué hacer con toda esta información, intentando ser lo más coherente posible contigo mismo/a.
Sé que todo esto puede resultar confuso, por ello iré proponiendo algunas actividades para que podáis practicar por vosotros mismos.
REGISTRO COGNITIVO – EMOCIONAL
1. Identifica una situación/ recuerdo que te evoque un pensamiento agradable/desagradable.
2.¿Cómo te sientes? Para ayudarte a identificar y distinguir tus emociones te facilito una tabla con emociones positivas/negativas Positivas:
Satisfacción Fascinación Esperanza. Enamoramiento Atracción Compasión Orgullo Euforia Gusto Placer Paz. Asombro Entusiasmo. Seguridad Alivio Diversión. Felicidad Amor Pasión Ternura Negativas:
Ira Nerviosismo Vergüenza Inseguridad Tristeza Infelicidad Odio Enfado Decepción Miedo Nostalgia Arrepentimiento Desilusión Preocupación Dolor Frustración Rabia Envidia Humillación Culpa Rechazo
3. ¿Qué piensas? ¿Qué FILTROS surgen cuando sientes esa determinada emoción? FILTROS:
Creencias (transmisión de valores, cultura, modelos familiares, religión, …) Escala de valores Autoestima y autoconcepto (construcción de nuestra identidad) Expectativas Exigencia (hacia los demás, hacia nosotros mismos) Objetivos a corto/medio/largo plazo
Estereotipos (etiquetas / prejuicios)
Resultado de nuestra experiencia (retroalimentación)
2. Por un lado escucha a tu emoción (qué te está diciendo) y por otro escucha a tu pensamiento (“resultado” (por decirlo de alguna manera) ) de todos tus filtros y la construcción de tu realidad. Y con todo ello, valora y decide qué hacer o qué no hacer. a. Quizás te des cuenta que hay grietas, discrepancias, dilemas, conflictos internos… b. Quizás sea coherente lo que sientes con lo que piensas
Si tu caso es a. analiza qué está pasando. Ejemplo 1: Quizás sientes ira contra tu madre, pero tu sistema de creencias te dice que eso no se puede sentir porque es tu madre y a las madres no se les puede odiar. Si en este caso bloqueas tu ira, haciendo caso a tu sistema de creencias, eso te pasará factura (CONTROL). Pero, si aceptas esa emoción, le intentas dar un sentido, de dónde viene, qué es lo que ha pasado que te ha conectado con esa rabia, qué no te gusta, ver qué a pesar de que sea tu madre también te puede hacer daño, sostener esa emoción,…. seguramente se calme poco a poco (porque la estás entendiendo) y ya desde la calma puedas decidir con más libertad qué hacer con esa rabia. Quizás no vale la pena decir o hacer nada en relación a tu madre, o sí, pero eso ya lo tienes que decidir tú (ACEPTACIÓN)
Entonces,… quizás os preguntéis… ¿estás diciendo que hagamos caso a nuestras emociones y cuestionemos al sistema de creencias/valores/cultura? Sí. Las emociones son la puerta de acceso a nuestro mundo interno, a quiénes somos en realidad. Todo lo otro es un programa insertado desde los primeros años de nuestra infancia y llega momentos en la vida que es de vital importancia cuestionarlo y hacer caso de verdad a lo que nuestro cuerpo nos dice.
Es importante saber identificar primero qué creencias/mitos/sistema de valores, mensajes (explícitos/implícitos) familiares tenemos implantados y qué construcción de la realidad hemos ido creando. En segundo lugar, saber discernir qué nos sirve, qué resuena con nosotros, qué nos funciona y qué no: construir un pensamiento crítico y un criterio personal consolidado.
Yo recomiendo que este trabajo se realice pronto… es decir, no esperar muchos años una vez comenzada la edad adulta (19-20 años), ya que cuánto más tiempo transcurra, nuestros programas mentales y nuestras emociones se pueden ir viciando, contaminando cada vez más y el bucle se va corrompiendo… y puede ocurrir que llegue un momento que ya sientas que no te puedes fiar de tus propias emociones, y esto es una sensación muy dolorosa y perversa. No estar seguro de lo que sientes, no fiarte de qué sientes, no darle valor a tu mundo interior… es perturbador y puede desencadenar en trastornos psicopatológicos.
1.4. LA IMPORTANCIA DE LA VALIDACIÓN Qué bonito concepto y qué poco se utiliza en nuestras interacciones cotidianas. Validar significar otorgar valor a algo o a alguien sin juzgar, , sin cuestionar y/o recriminar. Significa aceptar que la otra persona posee una manera única e idiosincrásica de vivir y de hacer en la vida, y aunque no coincida con nuestra forma de pensar/sentir/hacer la aceptamos igualmente.
Por tanto, es muy importante que esto quede claro: LAS EMOCIONES NO SE PUEDEN INVALIDAR. Podemos invalidar el método que una persona utiliza para gestionar/calmar sus emociones, pero no podemos invalidar la emoción en sí. Esta premisa tendría que estar grabada a fuego en nuestro sistema de creencias (esto sí), pero seguramente esto no sea así, a no ser que te hayas dado cuenta por ti mismo/a. Ejemplo: Puedo invalidar que una persona para calmar su ansiedad utilice el alcohol como método para conseguirlo, pero no puedo invalidar que esa persona esté sintiendo ansiedad. Puedo invalidar que una persona utilice la violencia para “tranquilizar” su ira, pero no puedo invalidar la ira. Y esto sirve en primera instancia para nosotros mismos. Porque nosotros mismos somos los primeros que nos auto-invalidamos. Y si lo hacemos con nosotros mismos, no esperes que los demás no lo hagan contigo. Seguramente si tú lo haces contigo, los otros también lo harán.
Normalmente las personas auto-invalidan lo que sienten porque quizás es el trato que recibieron durante su infancia. Y si no has hecho un trabajo de darte cuenta y trabajar estas heridas infantiles, probablemente las reproducirás en tu vida adulta.
¿Cuándo invalidamos? Invalidamos por ejemplo cuando: - Hoy en el trabajo han pasado unos problemas con los compañeros y creo que me están afectando, no paro de darle vueltas, me siento culpable, no sé si estoy haciendo lo correcto,… Respuesta: anda! No será para tanto… ¿no crees que estás siendo un poco exagerado/a? yo sí que tengo problemas más gordos y no me voy quejando. Esto es destructivo. Si estas interacciones continúan y tú no te das cuenta de ello, y al final le das valor a la opinión del otro y te quitas el valor a ti… mmm…no pintará muy bien el asunto… Por ello: VALIDAR! Porque validar no significa que estés de acuerdo con lo que dice/hace el otro. No significa que le des la razón. Son dos cosas diferentes. Tú puedes validar una emoción, pero no estar de acuerdo en cómo esa persona la ha gestionado o manifestado. Puedes validar la emoción pero posicionarte con tu postura y expresar también tus emociones y tu criterio. Por ejemplo: -Ya… entiendo que no debe ser agradable tener conflictos con personas que las tienes que ver cada día. Pero a ver, quizás sentirte culpable no te ayude a solucionar la situación o a sentirte mejor, la culpa en exceso, atrapa. Qué crees que puedes hacer para afrontar esta situación desde otro lugar?