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Foto del escritor Mireia Sánchez | Psicóloga sanitaria

El ciclo de la violencia


Leonor Walker (1979, 1984), en su ya clásica obra “The Batered Woman” (La Mujer Golpeada) utilizó un modelo de fases para explicar la violencia de los agresores adultos. Estas fases fueron extraídas tras largos años de trabajo con las víctimas golpeadas por sus parejas y ha pasado a convertirse en una de las principales explicaciones de esta conducta violenta. En su origen, la autora se refería a tres fases en lo que denominó “ciclo de la violencia”: la generación de la tensión, la etapa de explosión y la etapa de luna de miel(Garrido, 2003). En la actualidad, este modelo presenta siete fases que explico a continuación:

  • Intimidación: En esta fase inicial, el agresor comienza sin utilizar la agresión para conseguir sus fines de sumisión y control de la pareja. La humillación, la violencia psicológica y la destrucción de la autoestima de la víctima son sus principales estrategias de ataque. De este modo la víctima se aísla de la realidad y comienza a ver las cosas como su pareja desea, mermando su autoestima. En esta fase el miedo controla a la víctima, ésta ya ha caído en la trampa y comienza a quedarse sin recursos personales para controlar su propia vida.

  • El aislamiento: Una vez atrapado/a, capturada7o, la víctima comienza a separarse de sus familiares y amigos, puede dejar su trabajo. De este modo es más fácil el control por parte de su agresor y más fácil conseguir sus objetivos en la intimidad del hogar.

  • La crítica constante. En esta fase, el maltratador se implica en una carrera de abuso psíquico constante mediante la crítica de las opiniones o conductas que la víctima intenta expresar para mantener el control de su vida. El resultado no puede ser más devastador: la pareja experimenta una grave incapacidad para reaccionar, se siente impotente (“haga lo que haga no voy a obtener resultado alguno para salir de esta situación incomprensible”).

  • La segregación. La persona aislada, y criticada se encuentra segregada, alienada, sobretodo sino mantiene contacto exterior mediante un trabajo o grupo de amigos. Cualquier intento por rebelarse puede acabar en un castigo.

  • Agresión física y sexual. Cualquier conducta de rebeldía por parte de la víctima para defenderse, para conseguir mantener el control de su vida, se castiga con agresiones físicas e incluso sexuales: bofetadas, palizas brutales y sexo no consentido.

  • La falsa reconciliación o luna de miel. Los perdones, las explicaciones del agresor sobre su amor hacia la víctima, junto con la creencia generalizada de que el maltratador va a cambiar, lleva a la adquisición de una nueva confianza por parte de la pareja. Pero esto no es más que el inicio de una nueva rueda de violencia. Desgraciadamente, la persona maltratada cree a ciegas todas estas promesas, sobre todo cuando el agresor aprovecha para hablar de su infancia desdichada, lo que deriva en un instinto maternal y de protección por parte de la víctima. Ésta ya está atrapada y seguirá sufriendo numerosas agresiones cíclicas si no decide abandonar a su pareja.

  • El chantaje usando a los niños. El agresor amenaza con quitar la custodia de los niños o amenaza con hacerles daño. Pero también existe otro tipo de violencia que conviene distinguir de la que hemos llamado cíclica. Nos referimos a la violencia perversa o instrumental. Este tipo de violencia presenta también formas cíclicas, pero es más insidiosa, sutil y continua.Hirigoyen la define del siguiente modo: “La violencia perversa se caracteriza por una hostilidad constante e insidiosa…”

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