Las crías humanas en gestación desde muy temprano son actores de comunicación, participando activamente en interacciones con su madre (Barudy, 1998; Barudy y Dantagnan, 2006, 2010).
Otro dato importante es haber descubierto que a partir de este momento de la gestación, existe algo denominado memoria fetal, que resulta ser una memoria implícita (localizada en el hipocampo), es decir, que solamente registra las sensaciones y las emociones. Esto nos lleva a entender que no existen recuerdos, en el sentido de representaciones que son el resultado de la memoria explícita, que se activa a partir de los 3 años de edad aproximadamente (Barudy, 1998; Siegel, 2007). Es decir, en la vida intrauterina y antes de los 3 años de edad, el feto y el bebé registra las sensaciones y las emociones que nota con la interacción con su madre en la vida intrauterina y durante la relación de apego. Esto significa que en el futuro, en su vida de niñ@, adolescente y adulto no podrá representar simbólicamente ni con el lenguaje lo que notó y sintió durante este periodo. Probablemente la memoria implícita se manifiesta a través de los comportamientos o durante el sueño, en estados más inconscientes. Lo que el cerebro no puede decir, lo expresa a través de la conducta o del cuerpo.
(...) Una ilustración de la existencia de esta memoria es el hecho que, cuando una mujer embarazada se relaja con una determinada melodía musical, al cabo del tiempo el feto empieza a moverse en cuenta suena la melodía. Después del nacimiento al escuchar la misma música, el bebé dejará de llorar y puede que abra los ojos. También oír la voz de la madre podría tener un papel en el desarrollo del lenguaje en el feto y en la creación de un lazo entre la madre y el hijo. Los recién nacidos prefieren la voz de la madre, y un dato muy curioso es que la prefieren sobretodo si se oye deformada, que es como sonaba cuando estaba en el seno materno. Además, el bebé es capaz de reconocer un cuento que la madre le hubiese leído repetidamente durante el embarazo.
Las imágenes intrauterinas entregan imágenes asombrosas de esta danza comunicacional entre el feto y la madre: por ejemplo, cuando la madre habla, el bebé pestañea, puede cambiar de postura y ponerse a chupar su pulgar o su cordón umbilical.
El crecimiento y el desarrollo intrauterino se desarrolla con una velocidad extraordinaria.
A fines del 1r trimestre: el bebé ya está implicado con una comunicación activa con la madre. Estas interacciones serán la base de su sistema de apego con la madre.
Alrededor del 5º mes: el desarrollo de diversas estructuras cerebrales le permite ubicar su propia posición en el útero y además reaccionará a los cambios de posición del cuerpo de la madre.
Por el 6 y 7 mes: el feto desarrolla la capacidad olfativa, que le permite percibir y memorizar el olor de la madre, ya que el líquido amniótico presenta sustancias odoríferas, y que más tarde se encontrará cuando esté en contacto con ella (...).
BIBLIOGRAFIA
- Artículo: "La danza hormonal garantía de los buenos tratos infantiles". Jorge Barudy.
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